Muchas culturas reconocen que los huevos son un alimento para el cerebro y alientan a las madres embarazadas y lactantes a comerlos tanto como sea posible. En China, las madres lactantes que se lo pueden permitir comen hasta diez huevos por día!
Por desgracia, la mayoría de los huevos comerciales disponibles en los supermercados son inferiores, nutricionalmente hablando, a los huevos de gallinas camperas de antaño. El típico huevo de gallina alimentadas con granos que encontramos en el supermercado contiene diecinueve veces más ácidos grasos omega-6 que ácidos grasos omega-3.
Los estudios han demostrado que las gallinas alimentadas con harina de lino o harina de pescado ricos en ácido graso omega-3, tienen la misma cantidad de omega-6 y omega-3, un equilibrio muy beneficioso.
¿Por qué los huevos?
La yema de huevo suministra el colesterol necesario para el desarrollo mental. Los huevos de gallinas a las que se les permite comer bichos y pastar en pastos verdes también tendrían este favorable balance. Además, estos huevos son más ricos en ciertos ácidos grasos, entre los que se incluyen el ácido araquidónico (AA), ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA). Muchos investigadores, entre los más destacado el Dr. David Horrobin, han advertido que niveles adecuados de EPA y DHA (estos son ácidos grasos omega-3) en la dieta de los bebés son necesarios para prevenir las discapacidades de aprendizaje y los defectos en la función visual.
Los bebés nutridos con yema de huevo serán niños que hablarán y tomarán direcciones a edad temprana. La clara, por otro lado, contiene proteínas difíciles de digerir, por lo que no se debe administrar antes del año. Pequeñas cantidades de hígado orgánico crudo, rallado y que al comprarlo se haya congelado se puede añadir a la yema de huevo después de los seis meses. Ésto imita la práctica de las madres africanas que mastican el hígado antes de dárselo a sus hijos como su primer alimento. El hígado es rico en hierro, un mineral que tienden a ser bajos en la leche materna.
Una pizca de sal marina añadida a la yema también facilitará el desarrollo del cerebro. La sal es necesaria para activar la formación de células gliales en el cerebro, las células que producen conexiones y nos ayudan a pensar más rápido. Por desgracia, la sal se deja de lado en alimentos infantiles comerciales, con la creencia errónea de que la sal debe ser evitada. Claro, asegúrate de consumir sal marina sin refinar.
Las yemas de huevo también proporcionan el colesterol necesario para el desarrollo óptimo del sistema nervioso. Así que no dudes en darle a tu bebé una yema de huevo al día, empezando a los cuatro meses.
Yema de huevo para los bebés
Ingredientes:
- 1 Huevo orgánico alto en omega-3 o huevo de gallina alimentada con pasto.
- 1/2 Cucharadita de ralladura de hígado de pollo orgánico crudo, congelado durante 14 días. (opcional)
- Pizca de sal del himalaya (o sal marina sin refinar)
Procedimiento:
- Hervir el huevo durante 3 1/2 minutos.
- Colocar en un tazón y pelar la cáscara. Retirar y desechar (la puedes guardar para una ensalada) la clara del huevo.
- La yema debe estar suave y tibia, no caliente, con su contenido de enzimas intacto.
- Espolvorear una pizca de sal.
- Si deseas añadir el hígado, utiliza los agujeros más pequeños de un rallador mientras está congelado.
- Deja que tome temperatura y mezclalo en la yema de huevo.
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